Este hombre encantador

-Hola, buenas tardes ¿Qué te ofrezco?

-Tráeme un capuchino y un pay de limón, por favor.

-Enseguida te lo traigo.

-Hola

-Hola – responde, mientras sigue concentrada en leyendo sus copias.

-Hola, ¿que te traigo? –pregunta el mesero al recién llegado-.

-Un expresso y un pay de limón.

-O.K.

El mesero regresa con la orden de ella y el expresso del joven.

-Oye disculpa ya no tengo pay, la ultima rebanada es la de la chava. ¿Te puedo traer otra cosa?

-Si, trame un pay zarzamora entonces.

-Ahorita te lo mando.

-Te robaste mi pay –dice a tono de broma.

-Perdón, pero llegue primero –dice mientras responde con una sonrisa-

Ambos siguen en la cafetería sin tomarse en cuenta por un rato, en eso se cruzan las miradas. Una sonrisa se escapa. Pronto un detalle en una de las hojas llama la atención del joven.

-¿Estudias arquitectura?

-Si, ¿Como sabes? –pregunta ella-.

-Por la silla de Le Corbusier.

-Ah ya, tu también supongo…

-Casi, estudio diseño. Te molesta si me siento contigo.

-No, creo que esta bien.

-Hola, soy Alejandro.

-Mucho gusto, Sandra.

-¿Vives por aquí?

-No, vine a dejar unas cosas al despacho de un maestro -responde ella-.

-¿Tu?

-No. Bueno, no muy lejos, una amiga trabajaba aquí y me quede con la costumbre de venir –dice Alejandro-.

-¿Y que tal es diseño?

-Increíble, me encanta. ¿Qué tal arquitectura, si te gusta?

-Si mucho, pesado pero te adaptas.

-¿Y por que arquitectura?

-Pues no se, de hecho no sabia muy bien que estudiar y arquitectura me llamo la atención.

-¿Tu?

-Mi papá es arquitecto y mi mamá fotógrafa, entonces desde chico siempre estaba viendo ese tipo de cosas y me pues me agrado la idea de estudiar diseño.

-Y… ¿En que semestre vas? –Pregunta Sandra-.

-Acabo de empezar con la tesis. ¿Tú?

-En séptimo. ¿Sobre que es tu tesis?

-Es sobre una vivienda modular para estudiantes.

-Suena bien.

-Si, de hecho desde cuarto empecé a pensar en eso.

-De que son tus hojas –pregunta Alex-.

-Es del servicio social, el arquitecto con el trabajo esta haciendo una investigación sobre mobiliario del S. XX. De hecho de eso eran los papeles que le deje hace rato.

-¡Que interesante!

-Si esta padre.

-¿Tienes novia?

-No. ¿Tu?

-Terminamos en noviembre -responde Sandra-.

-¿Por qué terminaron?

-Ya llevábamos mucho tiempo y el ya empezaba a pensar en casarse, tener hijos y cosas así.

-¿Qué, no crees en el matrimonio? –Dice Alejandro con cierta burla en el tono-.

-Si, pero tengo 22 años, uno no pienso en casarse a esa edad. ¿O tu si?

-No la verdad no.

Se ven interrumpidos por el sonido de un celular. Alejandro contesta.

-Bueno,

-Hola corazón, si que pasó.

-Nada, tomando un café. ¿Por?

-¿Donde? No en mi casa no puedo.

-Si, sigo con mi proyecto y esta todo revuelto.

-Vale, a las ocho entonces.

-Si cuídate, te veo al rato, un abrazo.

-Yo también chaparrita.

- Bye.

-Perdón. Era una amiga, que si nos veíamos para cenar y ver películas.

-Pues que cariñoso –dice Sandra con una mirada inquisitiva-.

-No, nada que ver, es una amiga de hace mucho tiempo, somos de la misma ciudad. Y hace como un mes que no la veo. La conozco desde la prepa.

-¿La misma ciudad? ¿De donde eres? –Pregunta Sandra-.

-Soy de Veracruz, pero vine a estudiar aquí.

-Pues no hablas como jarocho –dice Sandra riendo-.

-No todos hablamos así –dice Alejandro un poco serio-.

-Bueno tengo que irme, un gusto Alejandro.

-No para nada, el gusto es mío.

Sandra hace señas al mesero para que le prepare la cuenta. Alejandro mueve la mano diciendo que le carguen a el la cuenta de Sandra.

-Yo te invito. La próxima vez tú me invitas mi pay de limón.

Sandra hace un gesto mientras piensa.

-Esta bien. –dice ella-. El miércoles tengo que venir de nuevo al despacho, te parece bien, nos vemos aquí mismo. ¿A las 4:30 esta bien?

-Vale, perfecto, no tengo nada que hacer ese día.

-Te dejo mi cel, por cualquier cosa.

-Si como no, deja te anoto el mío también –dice Alejandro-.

Se despiden y Sandra se va. Alejandro pide otro expresso y se queda unos minutos más en el lugar. Alejandro llega a su casa y se comienza a arreglar para la cita con su amiga.

Mientras se arregla, el teléfono vibra avisando que acaba de recibir un mensaje.

Hola! =) me gusto conocerte.

Nos vemos el miércoles, saludos.

Sandra

Alejandro sonríe al ver el mensaje. Toma las llaves y sale a la cita con su amiga. Horas más tardes regresa. Abre la puerta y entra a su casa.

-Hola corazón, ya llegue a mi casa.

-Si todo bien.

-Cuídate.

-Cuando tengas tiempo otra vez háblame, que es raro que podamos vernos.

-Duerme bonito.

-Bye.

Deja el teléfono sobre la mesa, abre la puerta bajo la escalera.

La bombilla ilumina la habitación, pero todavía queda en penumbras. El aire se encuentra invadido por un olor fétido. De las sombras se escucha un ligero sollozó, que se corta por el sonido de las pisadas mientras baja la escalera.

Los ojos hinchados por las lágrimas reflectan una sombra. Mientras expresan todo el miedo que les es posible. La piel desnuda, tiembla por el frío, mientras se distinguen las manchas de la sangre seca.

La sombra acerca una silla, y se sienta.

-Hola Natalia –dice Alejandro con cierta melancolía-.

-Me cuesta decirlo, pero lo nuestro ya no esta funcionando. ¿O tu que piensas?

La mirada de la joven se llena de terror, mientras intenta soltar sus ataduras.

-Creo que se veia venir, desde hace tiempo.

-Ademas, sabes… hoy conocí a alguien…