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jueves, 23 de abril de 2009

Entre 3 cigarros


Prologo

Este es un conjunto de historias sobre un día de escuela un tanto fuera de lo normal y rutinario -afortunadamente-, presentadas a modo de cuento.

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I

Sountrack
En medicina


-Hola. Buenos días...¿Cuánto cuesta el jugo?

El señor de espaldas, sigue ocupado lavando los platos.

-Ocho pesos- dijo una voz junto a mí-.

Volteo a ver a la locutora -haciendo un paneo de abajo hacia arriba-.

Flats azul marino, pantalones blancos -de esos que se achican hacia abajo- y blusa blanca que se asoma sobre su chamarra combinada con sus zapatos. No era muy bonita, pero sí de esas que se graban en tu mente.

-Me sonríe-

-Gracias. -conteste mientras devolvía la sonrisa-.

Tome el jugo mientras el vendedor preparaba el cambio. Doy la vuelta y la medico vuelve a sonreírme.

Y es que es así, todas mueren por mi...

-Sonó en mi mente-

-Eres un pendejo Cansigno. -me dije-

Y no pude evitar soltar una carcajada -esa extraña que me caracteriza-.



II

This charming man (o Come on baby, light my fire)
Todavía en medicina

-Me puedes prestar tu encendedor -dije al vendedor al otro lado de la plaza-.
-Pues búscalo -dijo con ese acento característico de los chilangos-.
-¡Aaah cabrón! -dije sin pensarlo-.

Te van a madrear Cansigno
-dijo mi prudente niño interior-.

-...no lo veo -dije sacando de la manga la frase, a modo que pareciera continua a la anterior-.
-Pues que crees que soy tu que para dártelo en la mano.

Tome el encendedor y encendí mi cigarro que vocifero un tsss.

-No, pues disculpa...gracias -dije-.

Seguí caminando y baje las escaleras.

-Qué curioso personaje -pensé-.

Y volví a reírme, de tal manera que ni el más estereotipado Dr. Victor Frankestein podría lograr.



III

Química en alimentos
Frente a Diseño Industrial

-Disculpe joven -dijo una regordeta, pequeña y agradable señora-.

-¿Si?

-Sabe donde es Química.

-Si... el edificio del frente es el de laboratorios, poco más a la izquierda hay una entrada. ¿O busca el edificio de posgrado?

-Ah no... es que me dijeron que ahí venden tamales.

-¡Ah sí! -dije sin poder evitar reír-.

-Están entrando por donde le dije.

-Gracias.

-De nada.


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