Me detuve varias veces, sobre esas enormes áreas verdes abandonadas, llenas de hojas secas y pastos crecidos, rodeadas por todas esas casas abandonadas o simplemente descuidadas.
Pase a la casa de la que alguna vez llame mi mejor amiga y solo encontré un vigilante durmiendo en una hamaca.
En la misma calle vive -o vivía- una niña que me gustaba cuando iba en la prepa y que desde aquella vez que quede de verla en la recepción de un hotel por Mundo E hace 5 años, no la he vuelto a ver.
-Quizá este - pensé.
Pero sacudiendo la cabeza borre la idea y seguí mi camino.
Finalmente, llegue a la privada donde viví. Rodeada por esa malla y el alambre de púas. La que alguna vez fue una privada de casas lujosas, ahora esta llena de casas abandonadas, camine por el perímetro, mientras recordaba a mis amigos o a los amigos de mi hermana que vivían en esas casas, las veces que las visite, los cumpleaños a los que me invitaron en ellas, o las fiestas que organizaban los amigos de mis papas.
Finalmente llegue a mi calle, y vi la que por 12 años fue mi casa. Pintada de otro color, con una pequeña Ford estacionada fuera en lugar de la Silverado de mi papa, sin los columpios en el jardín...
Tenia tantos recuerdos melancólicos invadiendome la mente, hasta que escuche una voz familiar. Era la vecina, que al salir a su cochera me había reconocido.
Me saludo y me dijo que me iba a dar algo para mi mamá. Salio con una pequeña caja adornada con un moño.
-Es del baby de Dora...-bla bla bla-.
Ahí estaba, parado con el recuerdo de un baby shower al que mi madre no asistió en la mano...
Y todas las medianamente buenas reflexiones que había logrado durante ese trayecto de 8 calles, se fueron a la mierda.
Entradas
No hay comentarios:
Publicar un comentario