Cinco años tuvieron que pasar para poder leerlo.
Mi única reacción, solo fue una sonrisa que no pude contener.
No habían pasado ni tres segundos, cuando en mi mente había construido el perfecto escenario para verte de nuevo a los ojos con la ilusión de esta vez; tener una oportunidad.
Los flashbacks hicieron su entrada...
La primera vez que te cedí mi banco, porque habías llegado tarde.
Ese "crash" que sentí, cuando platicando mencionaste tener novio.
La mañana en la que construiste mi maqueta, mientras terminaba mis laminas.
Esos cigarrillos y café que tomábamos fuera del taller.
Las veces que después del trabajo, pasabas un rato al departamento a platicar.
Esa noche, cuando en un puente peatonal con el corazón acelerado, te dije que me gustabas.
Esa tarde, en la que la lluvia nos sorprendió en el zócalo y tu única opción para no tener frió, era que te abrazara.
El baguel con nutella extra que me servías, cuando iba a desayunar donde trabajabas.
El café que tomábamos sentados en alguna de las bancas de Coyoacan.
Aquel diciembre, que fue la ultima vez que te vi, mientras platicábamos en las bancas de la pista de hielo.
Mis lágrimas, cuando te hable para despedirme antes de tu viaje.
Y lo mucho que te extrañe cuando estabas de intercambio.
Desvanecí esa sonrisa de mi rostro.
Así termino la historia de amor que nunca será...
Porque las probabilidades, nunca estarán de mi lado.
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1 comentario:
Las probabilidades 'casi nunca' están del lado correcto. Es decir; nunca, salvo en un número finito de veces...
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